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Natalia Olson-Urtecho: Emprender es quitarse el miedo a fracasar
Gestionada desde California y Washington, The Disruptive Factory es una iniciativa que, desde 2017, da soporte y apoyo desde la tecnología para que las empresas puedan afrontar de manera efectiva los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. Para ello, se han unido cinco mujeres que creyeron en la importancia de promover diferentes tipos de tecnología por todo el mundo. el mensaje clave: Emprender es quitarse el miedo a fracasar
Natalia Olson-Urtecho es cofundadora y la directora de innovación y estrategia de The Disruptive Factory. Para esta empresaria el ecosistema que ha generado Barcelona Tech City es un gran espacio en el que la gente se siente libre de hablar entre sí; pueden colaborar entre ellos, pueden hacer negocio entre ellos, etc., lo cual es muy importante y considera que es un modelo que se debería replicar en otras latitudes.
LA COLABORACIÓN COMO UN PILAR DE DESARROLLO
Desde Silicon Valley se generan múltiples y muy variadas ideas digitales y tecnológicas que buscan soluciones para ayudar al medio ambiente, fomentar la inclusión, comunicación, crear sistemas de transporte alternativos o, en definitiva, encontrar formas de ayudar al mundo.
“Así que trabajamos con padrinos inversores y capital riesgo, y tratamos de promocionar estas tecnologías a nivel global. Por tanto, ayudamos con sus finanzas, les ayudamos a alcanzar cada nuevo objetivo y a crecer”, dice Natalia.
Este entusiasmo por generar niveles de cooperación es lo que impulsa y acelera el desarrollo de diferentes empresas.
EL EMPRENDIMIENTO ES UN PROCESO DE APRENDIZAJE
Crear una empresa a partir de una idea, proyecto o convicción es la primera etapa de todo emprendedor, sin embargo está demostrado que no siempre se tiene éxito cuando se intenta. “Yo soy emprendedora antes que nada.
El emprendimiento ha estado ahí desde que era pequeña y trabajaba los veranos en la ferretería de mi abuelo y me encantaba ganar dinero, por lo que siempre he sido capaz de compaginar el estudio o el trabajo con la creación de una empresa”. Para Olson, uno de los factores más importantes es el aprendizaje que supone todo el proceso de emprendimiento.
El aprendizaje que se obtiene como emprendedor a través de la participación profesional en otros proyectos o empresas es fundamental. Y que haya un equilibrio entre la política y los negocios resulta ser clave a la hora de ayudar a hacer entender al mundo la importancia de dar el valor que se merece el emprendimiento.
EMPRENDER ES QUITARSE EL MIEDO A FRACASAR
Muchas veces, uno de los obstáculos más grandes a los que se enfrenta un emprendedor es la negatividad y la falta de confianza que encuentra en quienes le rodean. “Monté una empresa cuando estaba en la universidad, en EE.UU., y todo el mundo me decía: «no, no es posible», «es una idea de locos», «jamás va a funcionar», y realmente supuso un reto”.
Sin embargo esto no impidió que siendo joven y decidida tomara el camino de seguir adelante aunque pudiera fracasar. Natalia afirma que culturalmente en EE.UU., el fracaso no supone un problema, es por el contrario, una oportunidad para aprender de los errores cometidos.
Después de fracasar en su primera empresa, decidió montar una segunda, no sin antes entender que necesitaba mentores. Buscar personas que le ayudaran a guiar ese proceso, así que para su segundo intento estaba mejor preparada y asesorada, su empresa tenía un enfoque completamente diferente del anterior.
UNA BUENA IDEA NO ES SUFICIENTE PARA GENERAR EL IMPACTO DESEADO
Natalia decidió que iba a enfocar sus esfuerzos en el transporte sostenible, alternativas energéticas y un tema en el que no solía pensar mucho la gente: edificación ecológica. Sin embargo, no fue nada sencillo. Al convertirse en inspectora de planificación y división de zonas para la ciudad de Philadelphia, tenía en mente aprobar sólo construcciones ecológicas.
“A la gente no le gustó, los constructores estaban instalados en sus costumbres, así que me volqué totalmente en la educación. Cómo educar a los consumidores, cómo educar a los legisladores para que fueran capaces de ver que los edificios ecológicos eran mejores para el futuro, para nuestros hijos y la calidad de nuestro aire”.
De manera que, con esta nueva perspectiva, ella y un grupo de colegas iniciaron un movimiento: crear una economía verde que ayudó a introducir otras industrias y productos al mercado. Se trataba de un equilibrio entre políticas públicas, gobierno y negocio. El reto era encontrar la manera de que entre todos dispusieran de energías alternativas y productos sostenibles.
LOS DESAFÍOS PARA EMPRENDEDORES Y EN ESPECIAL PARA EMPRENDEDORAS
“Cuando nos fijamos en distintas culturas del mundo, creo que las mujeres en general deberían dejar de disculparse. Deberían comenzar a decir «sí, puedo», «sí, puedo seguir adelante y buscar financiación», «sí, puedo montar una empresa», «sí, puedo compaginar mi familia con un negocio y con todo lo demás que tenga que hacer»”. Esto no debería ser un desafío solamente, sino una oportunidad.
Las diferencias generacionales a veces juegan en contra cuando se trata de entender las formas de concebir los negocios. Mejorar la comunicación entre «millennials» y quienes ya tienen décadas de experiencia en las áreas de negocio en las que se emprende es el reto más importante.
“Lo que se debe hacer es incluir la idea de cambiar el estatus quo, cambiar la cultura, cambiar la forma en que la gente imagina a las nuevas generaciones, a los jóvenes emprendedores”. El diálogo entre las generaciones ayudará a mejorar el proceso de emprendimiento.
“Cuando nos fijamos en las empresas y en la transformación producida entre lo que era un emprendedor hace 20 años y lo que es un emprendedor hoy en día, vemos muchas empresas, empresas jóvenes: los Googles del mundo empezaron hace solo 20 años”. Esto hace pensar en la forma de cómo se va a diseñar el siguiente Microsoft, Facebook, Google dentro de un ecosistema que no las asfixie, las mantenga y las guíe. Para muchos es una idea imposible, ese es precisamente el reto.
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